Lo siento, no me he podido resistir a escribir sobre nuestra reciente dimitida alcaldesa. No he podido callar ante su salida de la alcaldía hecha al más puro estilo Castedo. A su aire, y al margen de cualquier atisbo de respeto a las instituciones democráticas y la ciudadanía. Ni aprovechó el último pleno del 2014 para anunciar su dimisión, ni ahora tiene intención de acudir al próximo del 5 de enero en el que se hace efectiva su renuncia. Se va como ha definido su paso por la alcaldía. Desde la soberbia, sin dar explicaciones a la oposición y la ciudadanía, y evitando cumplir con las más elementales reglas del juego democrático, que si Rajoy las suele evitar a través de un plasma, Castedo las sortea desde su muro de Facebook.
Lógico, por otra parte, de una alcaldesa a la que ya hace muchos meses que no le escuchábamos una palabra sobre nuestra ciudad, sus problemas, sus proyectos… siendo su única preocupación ella misma, a pesar de que por aquello que le votaron, tenga poco que ver con sus problemas judiciales. Pero también es verdad que mentar las palabras responsabilidad democrática cerca de Castedo quizás sea demasiado ingenuo. Si tuviera responsabilidad nos habría ahorrado pasar tanta vergüenza a la ciudadanía de Alacant
Mientras el conjunto de la ciudad hace meses que exigía a Castedo aquello de «si me queréis… irse» ella ha dilatado sin más sentido que buscar alguna salida personal, o alguna ventaja judicial, la caída de un eslabón más de la decrepitud y el pudrimiento al que nos está acostumbrando este final de régimen electoral en el País Valencià.
Y no nos equivoquemos, no se ha ido por voluntad propia, la hemos echado la ciudadanía honesta y decente alicantina que, asqueada al comprobar las relaciones impropias de una representante pública con el capo di tutti i capi alicantino, ha visibilizado desde hace meses un hartazgo compartido.
Castedo ya es pasado, hace tiempo que lo era, y también aquella persona que la sustituya como cartel electoral. Un pasado ruinoso, ella y el conjunto del PP alicantino y valenciano, que no ha tenido la dignidad suficiente para apartarla de una responsabilidad que no ejercía y desde donde causaba un grave perjuicio a la imagen de esta ciudad y su calidad democrática. Ahora ya es tarde para cosmética y maquillaje electoral. Lo único que les queda por hacer es exigir que el resto de cargos públicos imputados vayan presentando su dimisión, empezando por el alcalde accidental, el señor Llorens, y proceder a retirar el PGOU escondido en algún cajón de la Conselleria para no hipotecar (más) el futuro de la ciudad.
Adéu Castedo. Pasemos página y hablemos del futuro, que es lo que nos ha de ocupar los próximos meses. Hablemos de la mayoría social a la que desde Compromís aspiramos a representar, dando la cara y buscando la confianza de aquellas personas hartas de vivir en una ciudad manchada por la corrupción y atenazada por una paralización que impide dar respuestas a las graves crisis por las que transitamos.
Alacant necesita una mayoría social, político y electoral a favor de un cambio que no se quede en un eslogan, sino que lleve detrás un proyecto de gobierno, discutido, debatido y compartido por la sociedad civil para construir una ciudad amable con las personas que vivimos en ella, atractiva con las personas que nos visitan y que sitúe la lucha contra las desigualdades como eje central de las políticas públicas. Ahí nos vais a encontrar a la gente de Compromís. Ahí os queremos encontrar a la gente que se atreve a imaginar un Alacant mejor.